He tenido la suerte de tener a una persona como tú a mi lado
durante 21 años. Una persona fuerte, luchadora, con ganas de sonreír, vivir y
hacer feliz a sus seres queridos hasta tu último aliento. Eres uno de los tres
hombres de mi vida y ahora te has convertido en uno de mis tres ángeles. Podría
haberlo hecho mucho mejor pero sé que sabes lo mucho que te quería, que no hace
falta que te lo dijese en voz alta porque eras capaz de entenderme con una
mirada, un abrazo o con simplemente apretarme la mano.
Mentiría si dijese que no te voy a echar de menos, a pesar
de saber que siempre estarás conmigo, porque te voy a echar mucho, muchísimo de
menos, tanto que escribiendo esto y recordándote el nudo en mi garganta se hace
tan grande que duele, por mis mejillas no caen lágrimas sino ríos de agua
salada.
Eres uno de los hombres más fascinantes y llenos de vida que
he podido conocer, toda esa vida que me transmitías en cada conversación, en
cada historia, en cada cuento, en cada recuerdo que cada tarde querías
regalarme. No importaba el tiempo, las veces que te quedabas sin aliento, sin
voz, tú querías mostrarme las enseñanzas de la vida y yo no dudaba en
escucharlas.
Jamás olvidaré esos preciosos ojos azules que te atravesaban
cada vez que te miraban, esos ojos de una persona que ha vivido tanto y que
quería vivir aún mucho más, esos ojos de abuelo que quiere a su familia por
encima de todo.
Bastaba cinco minutos contigo para que la gente ya te
quisiese, así que imáginate lo mucho que te adoramos tu familia, el vacío que
dejas en nuestras vidas es tan grande como el corazón que tenías, sin duda nada
será igual sin ti.
Te quiero abuelo, siempre serás mi luz.